
Normalmente,
la economía da para comprar un terrario. Otras economías dan para comprar
muchos. Sin embargo, la mayoría de la gente que necesita un número elevado de
terrarios se ve en la necesidad de construírselos para evitar un gravoso
desembolso. Hay infinitas maneras de llevar esta tarea a cabo. La que presento a
continuación no es las más fácil de construir, ni la más barata, ni la más
estética; pero hacer coincidir todos estos objetivos es imposible, por lo que
ofrezco un buen equilibrio entre todos ellos, siendo el tipo de terrario que
prefiero después de varias pruebas anteriores. Las principales ventajas son su
extrema ligereza, facilidad de limpieza, imposibilidad de fugas de grillos y
otros insectos y otra gran ventaja añadida que me reservo para el final de este artículo.
No es el mejor tipo de
terrario para exhibir nuestro mejor ejemplar en el salón, sino para poder tener
a nuestras hembras si tenemos varias o a nuestros juveniles mientras conseguimos
que alguien se interese por ellos.
Las imágenes deberían ser más
que suficientes como para hacer inservible todo el texto, sobre todo si pulsamos
sobre ellas para verlas ampliadas.
El primer material que
necesitamos son esos típicos arcones de plástico (generalmente es polipropileno)
que podemos encontrar en cualquier bazar o centro comercial. Yo suelo utilizar
unos que tengan una altura de unos 25 cm, para evitar saltos de grillos.
Procederemos a cortarle la tapa con una sierra de calar, dejando todo el
perímetro intacto. Es conveniente dejar un radio en las esquinas para
incrementar la rigidez del conjunto, aunque no es absolutamente necesario.

El siguiente material será la
malla electrosoldada. La hay de diversos
tamaños de luz y de distintos calibres de alambre. El primer detalle deberá
orientarnos hacia una malla de pequeños cuadros si vamos a alojar crías. En caso
contrario, me declino por una de 10 X 20 o de 15 X 15, aproximadamente, que será
más fácil que se nos presente con un calibre de 0,8 o 1 mm, aportándonos más
rigidez. La que yo utilizo tiene un ancho de 50 cm, que sumados a la altura del
arcón, me da 75 cm. Esto es suficiente para mis pretensiones, aunque los machos
adultos los tengo en terrarios mayores. Esta malla también se encuentra en
anchos de un metro. Habrá que desenrollarla y aplanarla, por lo que es
conveniente colocar un objeto debajo que nos permita llevarla algo más allá de
la planitud, pare que el material quede medianamente plano cuando recupere, pues
si lo desenrollamos dejando plano contra el suelo, en cuanto lo soltemos querrá
enrollarse de nuevo y podría dañarnos.


Cortaremos la malla a la
medida del perímetro del escalón que tiene la tapa (ver las fotografías que
aparecen casi al final para aclarar este concepto) y la doblaremos en el lugar
correspondiente con ayuda de un mazo o un martillo, teniendo en cuenta que la
madera que utilicemos para el doblez se dañará, por lo que será recomendable un
trozo de hierro si se dispone de él.
Procederemos ya a sujetar con
unos alambres provisionales mientras soldamos, operación que nos podemos ahorrar
si tenemos tres manos (sirven dos propias y otra de quien nos esté ayudando). Lo
siguiente es soldar. Comencé con un soldador pistola de 100w, pero la mala
calidad de las herramientas baratas las convierte muchas veces en caras, pues
tendré que intentar arreglarlo o tirarlo directamente. Continué con un soldador
de electrónica digital de tan sólo 32w, pero resultó ser suficiente.

Yo utilizo estaño de
electrónica, que es una aleación de estaño al 60% y plomo al 40%. Curiosamente,
el estaño funde a 232ºC y el plomo a 327ºC, pero esta aleación lo hace a 190ºC.
Además, el estaño de electrónica lleva un alma o núcleo de colofonia, una resina
que hace de flux, limpiando y desoxidando las superficies para que el estaño las
moje bien y fluya por ellas cubriéndolas y adhiriéndose adecuadamente. En las
siguientes fotografías podemos ver cuando no se ha aplicado suficiente calor o
la superficie no está suficientemente limpia, quedando el estaño en forma de
bola similar a una gota de mercurio (izquierda). Aplicando más calor, y a veces
algo más de estaño para que su nueva aportación de resina limpie correctamente,
corregiremos el problema (derecha). En cambio, el estaño empleado en fontanería es otra aleación distinta, con un porcentaje de plata que normalmente varía entre el 3 y el 8% y, aunque es más resistente, que tampoco es necesario, requiere mayor temperatura para fundir y suele hacerse con un soplete. Ese calor, a poco que nos descuidemos, dañará el galvanizado de la malla provocando oxidación. Además, ese estaño es macizo y no lleva incorporada la resina limpiadora, por lo que hay que utilizar el decapante que nos venderán en la misma tienda de fontanería. No he probado esta segunda opción, pero si se tienen estos materiales, es cuestión de hacer una pequeña prueba con unos retales antes de hacer un estropicio con las piezas finales.

En ocasiones nos encontraremos
con que los bordes no están suficientemente juntos. Los aproximaremos con unos
alicates, pero a falta de la tercera mano, pues el soldador va en una y el
estaño en otra, podremos depositar una gota de estaño en cada alambre, y luego
soltar el estaño para utilizar los alicates mientras seguimos aportando calor. Seguidamente quitamos el calor mientras mantenemos los alicates unos segundos hasta que solidifique el estaño.

Cuando todo esté soldado,
incluido el techo de la jaula, pasaremos a montarla sobre la tapa del arcón.
Existen varios modelos de arcones, pero casi todos ellos tienen algún tipo de
cierre. En este caso (y en la mayoría) se hace necesario cortar un hueco para
que se puedan accionar.

Ahora hay que fijar la jaula
al aro que hemos conservado de la tapa. Podemos hacer unos pequeños taladros en
el plástico y coserlo en algunos puntos con un alambre, pero mi método preferido
es soldar también el plástico. El problema es que el polipropileno, igual que el
polietileno, no se pega con nada, ni siquiera con los adhesivos de aplicación en
caliente con pistola, pues no cogen suficiente temperatura.
Yo cojo un trozo de los
centros de las tapas y los corto en pequeñas piezas. Las pongo sobre el alambre
y los derrito con el soldador, haciendo que también se derrita algo la pieza
original. No se debe insistir demasiado para evitar agujerear la tapa. El
soldador debe introducirse algo en su espesor y luego rellenarlo con el mismo
plástico que haya rezumado por los lados. No es una tarea nada difícil, pero
conviene practicar antes con el mucho material que nos habrá sobrado de los
centros. La punta del soldador habrá que mantenerla limpia de los restos de
resina y estaño, así como de plástico requemado, si hemos esperado mucho tras la
última soldadura plástica. Para ello, utilizaremos un sencillo trapo o papel
higiénico, bien en húmedo, bien en seco, pero en una operación rápida, para no
quemarnos. Manteniéndola limpia no dejaremos sucia la soldadura como en la foto
del centro derecha.

Si el camaleón baja al arcón,
debe poder subir, pero si ponemos algo abajo para que el camaleón trepe, también
treparán los grillos. La solución es que lo que pongamos a tal efecto, cuelgue
desde la propia jaula hasta casi el fondo del arcón, sin tocarlo. Los grillos no
lo alcanzan y el camaleón sí. Yo utilizo un sencillo cable de toma de tierra,
por sus colores verde y amarillo, a juego con los pothos o un cable marrón que
simule una rama. Cuelgan sin estar muy firmes para que doblen y no estorben en
las tareas de limpieza, momento en que desenganchamos la parte baja del arcón y
depositamos la jaula en el suelo para que no se escapen mientras los camaleones.

Podríamos
hacerle un asa, pero si la malla es suficientemente abierta, no será necesario,
aunque siempre podríamos cogerla con dos manos por los laterales del arcón. Así
deberemos hacer cuando el terrario pese, bien por macetas en el interior, bien
por que lo llenemos de turba rubia, como en las siguientes fotos. Esa era la
otra ventaja que tenía en la recámara. Yo compré un arcón de más que llené
con turba. Cuando una hembra está próxima al desove, sencillamente cambio su
arcón por el de la turba. Este arcón deberá llevar uno o dos taladros en la
parte inferior, pues cuando la turba está seca es bastante difícil volverla a
humedecer. Lo mejor es echarle bastante agua, preferiblemente caliente, y
amasarla con las manos. Luego toda el agua sobrante deberá escurrir por estos
drenajes, para lo que facilitaremos la labor inclinando el arcón. Aún así la
turba estará demasiado empapada para una puesta, por lo que necesitará un buen
reposo previo, que podremos reducir con ayuda del sol o de un radiador cercano.
Siempre que no se nos llegue a secar del todo, será fácil mantenerle la humedad
necesaria mientras la hembra se decide a efectuar su puesta de huevos. Para
ello, bastará con añadirle algo de agua como si regáramos una maceta, pero
teniendo cuidado con la cantidad para no encharcarla de nuevo.


Es muy recomendable, en caso
de que se vayan a construir varios terrarios con la intención de ponerlos juntos
en una estantería, que se compren a la vez todos los arcones, no sea que un
tiempo más tarde no aparezcan más arcones del mismo modelo y medidas.
 Con
este sistema de soldadura, se puede dejar volar la imaginación tanto como se
desee, como en el caso de este otro terrario. Aunque éste fue construido como
jaulón para una cotorra, terminó albergando un gran macho de camaleón
calyptratus. Tiene un metro de ancho y otro de alto, con 50 cm de fondo. La
bandeja y el tejado es de chapa galvanizada, por lo que tiene un peso digno de
tener en cuenta. Una precaución a tener en cuenta con el tejado de chapa, es que
da sombra, sí, pero cuando se calienta con el sol, irradia gran cantidad de
calor hacia abajo, por lo que es obligado colocar aislante bajo las chapas, como
se aprecia en la foto de la izquierda con el tejadillo levantado.
Este terrario tiene unas
puertas laterales y otra frontal. El doblez de la puerta y del hueco le da una
rigidez necesaria. Además, el doblez en su justa medida sirve para que la puerta
quede encajada y sea suficiente cierre para camaleones (la cotorra tenía una
varilla vertical que hacía imposible su apertura). Sin embargo, en los otros no
les hago puerta, por que es muy fácil abrirlos por debajo y pocas veces es
necesario abrirlos salvo para las tareas de limpieza, momentos en que tampoco
hay que meter la mano dentro de la jaula. Los grillos se los hecho directamente
por encima y caen a través de la malla al arcón.

 Unos
palos para que repose el camaleón, cotorra o lo que sea, darán además rigidez si
se colocan encajados del siguiente modo. El afilado lateral es para que quepa
entre la malla y no se gire con el peso del camaleón. El corte inferior sirve
para que quede firme en sentido longitudinal. Estos palos son de haya y se
pueden encontrar en las carpinterías en liso y en estriado (preferiblemente) y
de distintos grosores.
Suerte con vuestro bricolage y
que los llenéis de magníficos ejemplares de vuestra especie preferida.
 |